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Las sombras están infladas en la mazmorra

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Por Fernando Hiciano

Novelista

Haití ya no se contiene en sí misma. Desde su fundación ha sido saqueada las tantas veces que han puesto su confianza en sus líderes. Crisis sociales tras crisis impide levantarse de su propia sombra, mientras a cada instante es sacudida por eventos naturales, y retoña el hambre como una hierba mala. El problema de esa nación ha tocado fondo con el magnicidio del presidente Juvenal Moisés. Era de esperar, porque la seguridad del primer mandatario no puede estar supeditada a un grupo de mercenarios que se disputan la protección del presidente.

Históricamente, ha sido hurtada por diversas mafias que la han gobernado. La asunción a la presidencia de un personaje casi siempre no es de la avenencia del pueblo, más bien, se deben a acuerdos de aposentos que hacen a espaldas de los intereses de la nación. Negociaciones que van de tomas de ciudades hasta de la entrega de la alcancía del Estado, provocando rebeldía de otros grupos minoritarios, y más allá del sótano de la clase social, grupos espectrales han tenido que coger las armas para alcanzar las carroñas que dejan caer los pejes gordos del Estado. Mientras eso sucede, otros sectores exógenos, muy poderosos pescan en ríos revueltos para hacer del caos una empresa con grandes partidas económicas.

Recientemente, el gobierno interino de Haití, en representación con el ministro interino Claude Joseph dijo a The Associated Press en una entrevista sin dar detalle, que le pidió a Estados Unidos envíe tropas militares para proteger las instalaciones cruciales de la infraestructura del Estado, mientras intenta estabilizar el país y preparar unos comicios tras el asesinato del presidente, sin embargo, EEUU en el mismo contexto del secuestro de diez y siete misioneros estadounidenses y de otras naciones, rechazó esa petición, aduciendo que la comunidad internacional no iría en rescate de Haití.

Las declaraciones temerarias del subsecretario de Estado de Estados Unidos para la Lucha contra el Narcotráfico, Todd Robinson, da una lectura a esa nación, que miren otros horizontes. Eso preocupa a la República Dominicana porque el destino más próximo es nuestro país, y de ningún modo la nación puede echarse en los hombros la espantosa miseria que la comunidad internacional impusieron a Haití. Mientras clavan esa información en el oído del mundo, el águila, estratégicamente enfila las garras para entrar en operación en el rescate de sus compatriotas secuestrados. Sin embargo, hasta ahora solo dos han sido liberados del grupo. ¿Qué sucederá en una intervención rápida y sanguinaria de Los Estados Unidos en ese país, cuando esas bandas armadas podrían replegar y ordenarse en contra de la población indefensa para amedrentar la embestida de la potencia? Lo más probable que el pueblo entre en pánico y salgan en grandes caravanas hacia nuestra frontera. Cuando esos grupos se encuentren repelidos por los Estados Unidos tomaran de los suburbios las poblaciones más vulnerables como escudo humano. ¿Una banda haitiana, pidiendo un millón de dólares por cabeza de cada secuestrado? ¿Tan grandes son las necesidades de esos delincuentes que pululan armados por todo Haití? Es de suponer, que en ese negocio hay gente muy poderosa. Criminales internacionales. Esa cantidad de dinero le permitirá comprar armas sofisticadas y tener mayores controles del país. Obtendrán armas modernas y de largo alcance para hacer más efectivo sus operaciones criminales. En los artículos anteriores, dijimos que Haití lo están usando criminales transnacionales para desarrollar hacia República Dominicana sus operaciones de trasiego humano, tráfico de drogas y las ventas de armas de todo tipo de calibre.

Por otra parte, ¿qué pasará con todas estas implicaciones y la imposición de un dictador con apoyo popular…

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